Los jefes de gobierno de los seis estados australianos se han negado a asistir a una recepción oficial en honor de la visita de la monarquía, alegando que tienen una agenda laboral muy apretada, y los opositores a la monarquía se preparan para realizar protestas en Canberra y Sydney. En vísperas del viaje, el Palacio de Buckingham dejó claro que Carlos III no interferiría en la posible retirada de Australia de la corona británica.
Durante su visita, Carlos III ofrecerá una recepción para líderes políticos y comunitarios, así como para australianos destacados que han destacado en el ámbito de la salud, las artes, la cultura y el deporte. Él y su esposa también tienen previsto visitar el Memorial de Guerra Australiano.
Para los australianos, el viaje del monarca británico fue una ocasión para renovar los debates sobre la posibilidad de que Australia se declare una república independiente. La negativa de los jefes de gobierno de los seis estados del país (Nueva Gales del Sur, Victoria, Queensland, Australia del Sur, Australia Occidental y Tasmania) a asistir a una recepción oficial para celebrar la llegada de Carlos III el 21 de octubre a Canberra fue reveladora.
Las cancelaciones se debieron a diversas razones, como la necesidad de viajar por motivos de trabajo ese día. Los políticos australianos que apoyan la preservación de la monarquía consideraron que esta conducta era ofensiva. Bev MacArthur, del Partido Liberal, calificó de inexcusable la incomparecencia de los jefes de gobierno regionales.
Romper lazos es “inevitable”
El primer ministro australiano, Anthony Albanese , quien ha calificado de inevitable romper los lazos con la monarquía, creó el puesto de Ministro Adjunto para Asuntos de la República inmediatamente después de su nombramiento en 2022 para ese propósito.
Matt Thistlethwaite, designado para el cargo, habló de la necesidad de “aprender las lecciones de 1999”, evitar la polémica y debatir poco a poco un modelo de transición. Antes de eso, se decidió celebrar un referéndum para consagrar el estatus indígena en la constitución del país. El 60,8% de los ciudadanos votó en contra de las enmiendas, cuyos partidarios eran Anthony Albanese y el Partido Laborista en el poder. Tras la derrota, los laboristas hablaron de la necesidad de posponer también la votación sobre la monarquía.
Ya en enero de 2024, Albanese afirmó que el referéndum sobre el abandono de la monarquía “no es una prioridad” y que el gobierno no tiene ni siquiera un calendario aproximado para su implementación.
Los australianos siguen mostrándose ambivalentes ante la perspectiva de declarar una república. Una encuesta de News Corp. realizada esta semana reveló que el 45 por ciento apoya la continuación de una monarquía en Australia, mientras que sólo el 33 por ciento se opone y el 22 por ciento está indeciso.