Peter Leibinger llamó especialmente la atención sobre el hecho de que cada vez es más difícil hacer negocios en Alemania: “deficiencias estructurales”.
“Las carteras de pedidos siguen vacías, las máquinas permanecen inactivas, las empresas ya no invierten; al menos no en Alemania, no recuerdo un humor tan malo en las empresas industriales en toda mi carrera profesional”, admite.